Mi pequeño, gran diario de viaje

Tigre – Carmelo (Delta del Paraná)

En una mañana soleada, a las 8.30 de la mañana embarcamos en la Corrientes, una pequeña motonave de la empresa Cacciola para internarnos en el mítico Delta del Paraná rumbo a la ciudad de Carmelo en la República Oriental del Uruguay. El Delta es el final de este majestuoso río que kilómetros más arriba genera grandes cantidades de energía por medio de sus represas, y sirve para la navegación de grandes buques, transporte de mercaderías, aportando su pesca a los pueblos que baña.

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Carmelo – Punta del Este

Ya en Carmelo, abordamos un micro de excursión que nos llevaría a conocer el balneario más famoso de Uruguay y probablemente de esta zona de Sudamérica “Punta Del Este”. En el camino pudimos atravesar zonas agroganaderas con una particular topografía matizada por leves cuchillas, llanuras y algunos cerros hasta llegar al Océano Atlántico donde se muestra imponente la mano saliendo de la arena.

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Punta del Este- Montevideo- Buenos Aires

Luego de disfrutar de la noche de Punta al otro día partimos hacia Montevideo una ciudad mezcla de España y Portugal tan ligada a nuestra historia, y después de recorrer los viejos barrios donde se mezclan el tango, el candombe y la historia, abordamos un barco que lentamente nos iba a llevar recorriendo el anchísimo Rio de la Plata hasta el puerto de Buenos Aires. Pasamos horas viendo ese río que maravilló a Solís que sirve para el tráfico de grandes barcos, aporta el agua potable y una poca actividad pesquera a las grandes ciudades que lo rodean.

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Buenos Aires- Comodoro Rivadavia- Calafate

En la madrugada siguiente embarcamos en un vuelo de Aerolíneas Argentinas que nos dejaría antes del mediodía en el aeropuerto “General Mosconi” de Comodoro Rivadavia donde me esperaban mis primos, ansiosos de llevarme a comer un cordero al asador como el que solo se come ahí.

Con un poco de nostalgia por despedirme de mis familiares, partía al día siguiente un micro que me llevaría a travesar las mesetas de estepa patogónica rumbo al sobrecogedor Glaciar Perito Moreno en las cercanías del Calafate.

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El Calafate nos recibió con un clima frio y ventoso pero soleado la excursión al Glaciar Perito Moreno fue un indescriptible paseo acompañado por frutos y dulces de montaña que gentilmente nos ofrecieron los guías de la excursión. Mis sensaciones al visitar al Glaciar pueden resumirse en un solo pensamiento “Que pequeño es el hombre”.

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Calafate – Ushuaia

Viajamos a Ushuaia otra vez por Aerolíneas sobrevolando el Estrecho de Magallanes y el Canal de Beagle y aterrizamos en el “Porta aviones» como le suelen decir los pilotos al Aeropuerto Internacional de Ushuaia.

En la ciudad más austral de Argentina pasamos un par de días conociendo la cárcel, los bosques y el farol “Les Eclaireurs”.

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Ushuaia – Punta Arenas

Tomé una excursión con la empresa “Australis” que me llevaría en una travesía impresionante al “extremo de los extremos del planeta”. En la ruta Ushuaia – Punta Arenas, para disfrutar del esplendor y la belleza única de la naturaleza y fauna silvestre.  Navegué en un barco cómodo, diseñado para hacer del viaje lo más placentero posible, a través del Canal del Beagle y el Estrecho de Magallanes.

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E:\1\cabo de hornos.jpg Cabo de Hornos

Viví un auténtico viaje de aventuras. Zarpé desde Ushuaia rumbo al Cabo de Hornos y vi la misma belleza incomparable que cautivó a Charles Darwin hace siglos, y fotografié la vida marina, salvaje y la naturaleza como nunca lo hubiera imaginado antes visitando la Patagonia.

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Punta Arenas –Puerto Montt– Santiago de Chile (Pacífico Sur y Fiordos)

Merecido descanso en Punta Arenas. Exquisitas comidas con frutos del mar. Una gran ciudad cosmopolita, muy activa y con un enorme puerto que me sorprendió por estar casi en el fin del mundo.

Partimos en un chárter de la empresa “Navimag” que nos llevaría a Puerto Natales donde daría comienzo la más extensa y sorprendente travesía por mar (Océano Pacífico) de este viaje.

Fiordos, Ballenas, Pingüinos, Cadenas de Montañas, Glaciares Milenarios, Canales, Ríos, Lagunas, Cascadas, Bosques de Estepa, Coihues, Lengas, Cipreses que componen la asombrosa Patagonia Chilena. Estas costas que fueron habitadas por indígenas Canoeros hace aproximadamente 6000 años, conservan aún toda su magia.

La llegada a Puerto Montt marcó la vuelta a tierra firme con la sensación de haber dejado atrás un maravilloso sueño fantástico.

Puerto Montt nos recompuso con su pintoresca tradición y su exquisito curanto que degustamos agradecidos a la buena mano de los cocineros lugareños, partimos en micro rumbo a Santiago para conocer la capital de Chile y su emblemático Puerto Valparaíso.

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E:\1\punta arenas.jpg Punta Arenas

E:\1\valparaiso.jpg Valparaíso

El recorrido incluyó varias paradas en los pueblos turísticos del sur. Puerto Varas y Frutillar me dejaron el deseo de volver para pasar una estadía más alargada.

El color del Océano Pacifico y su historia de galeones, españoles y buques corsarios trabados en batallas, disputándose la ruta del oro del Perú, nos acompañó hasta la caída del sol en las costas de Valparaíso.

Volvimos a Santiago por la noche preparándonos para partir al día siguiente hacia Mendoza atravesando la zona más histórica del sur de las Cordilleras de los Andes.

Santiago – Mendoza – Ruta 40- Salta

Bajamos del micro en Mendoza y nos entregamos a un descanso reparador ya que nos esperaba una larga travesía por rutas de precordillera rumbo al norte por la mítica Ruta 40.

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Viñedos, arideces, monumentos naturales, viento zonda y más viñedos nos acompañaron en el camino que atraviesa San Juan y La Rioja, luego valles y quebradas, barrancas y múltiples tonos de verdes y ocres marcaron el camino hasta Tucumán. En el medio hicimos un alto para subir y bajar la cuesta del Portezuelo que con su romanticismo y sus vistas inspiró la famosa canción que recuerda los paisajes de Catamarca. En el Jardín de la República hicimos otro recorrido clásico y romántico, la Selva del Tafi, Tafi del Valle y las Ruinas de los Quilmes apenas cruzando la frontera a Salta.

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Cuesta del Portezuelo

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E:\1\kilmes.JPG Ruinas de los Quilmes

Tucumán no es solo paisajes también es pura historia, economía y tradición. Sentimos el impacto de estar en el mismo salón donde se firmó la independencia y conocimos como cuentan los lugareños la historia de una de las batallas más gloriosas del General Belgrano.

Ya dejando atrás locros y empanadas, Salta nos esperaba con más historia y tradición. No podíamos dejar de pasar por la esquina “a orillitas del Canal” frente a lo de Balderrama.

Excursión a Cafayate, la Garganta del Diablo y el Anfiteatro con coro incluido y de vuelta a Salta para descansar y para comparar las empanadas.

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Garganta del Diablo

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Anfiteatro

Salta – Jujuy – Quebrada de Humahuaca – La Quiaca – Villazón

Después del desayuno encaramos el lento y sinuoso camino de cornisa que nos lleva hasta Jujuy. Donde hicimos noche para salir temprano en una excursión que nos llevaría hasta el sector más árido del recorrido pasando por la cuesta de Lipán hasta las salinas grandes. La ruta se introduce en el salar sobre un terraplén y justo en el medio hay un parador construido con bloques de sal, donde hasta las mesas y los bancos son de cloruro de sodio pero que lamentablemente no funciona. Hay artesanos que tallan objetos y figuras de sal y se puede caminar por la salina hasta las piletas de extracción. Este es el más blanco de los salares de la puna argentina.

Las cremas protectoras y el líquido que tomábamos nunca parecían ser suficientes, ni suficientemente negros los anteojos de sol.

De regreso pudimos hacer un alto en el camino para admirar los 7 colores del cerro que enmarca a la extraña Purmamarca, una población pintoresca donde no se pueden entrar con vehículos y que obliga a enamorarse de ella recorriéndola a pie.

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El día siguiente era muy especial, ya que planeamos alcanzar unos de nuestros objetivos que era sentir y participar a pleno de un solsticio de verano, así que marchamos temprano en una combi hacia Huacalera. Más precisamente al lugar donde está el monumento que marca el sitio exacto por donde pasa el trópico de capricornio que ese día, 21 de diciembre al mediodía recibiría los rayos del sol en forma perpendicular.

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Esperamos el momento soportando el calor, improvisando un día de campo en la soledad del lugar. Para nuestra sorpresa se juntó bastante gente, clavando palitos en la tierra, improvisando detectores del solsticio, esperando que su sombra desaparezca. Todo terminó con un espontáneo aplauso y nosotros regresaríamos unos kilómetros a Tilcara donde haríamos noche.

Ya en Tilcara, la visita al Pucará, nos produjo un extraño deseo de viajar en el tiempo y convivir en esa civilización tan organizada enclavada en el medio de la Quebrada.

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El tramo final de la excursión en Argentina nos llevó por Humahuaca donde la tradición y la mística nos emocionan profundamente y donde parece que el tiempo se hubiera detenido.

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Finalmente acostumbrándonos a la Puna llegamos a la Quiaca. Increíblemente, tres semanas después de haber estado en Ushuaia, ahora nos aprestábamos a cruzar la frontera norte de nuestro país. Luego de haberle dado las gracias al chofer de la combi nos dispusimos a pasar la última noche del recorrido en Argentina.

La Quiaca sorprende por su tradición y la integración social con Villazón pero entristece un poco por su pobreza. Esto sin embargo no nos impidió recibir la navidad junto a la alegría de todo el pueblo norteño.

El cruce a Villazón se hace caminando o por lo menos “es la forma más divertida de hacerlo” por encima de un puente que cruza el rio la Quiaca y tiene un puesto fronterizo de cada lado. Montones de personas lo cruzaban como nosotros en ambos sentidos, caminando, con carritos, transportando bolsas con mercadería. Difícil distinguir quien vive de cada lado.

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Villazón – La Paz

Luego de un almuerzo tradicional boliviano abordamos el “expreso del sur” a Oruro, un tren que nos sumergió en una experiencia de viaje casi surrealista, en el extremo del vagón un televisor nos mostraba videos musicales de artistas populares de Bolivia.

Después de 18 horas con paisajes mientras duró la luz y noche oscura como nunca, llegamos a Oruro solo con tiempo de comer algún alimento y subirnos a un micro de línea para llegar a La Paz.

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Lo primero que uno aprende de La Paz y que recordará por siempre son los casi 4000 metros sobre el nivel del mar. Además del apunamiento que nos recibe y nos acompaña en toda nuestra estadía. Esta ciudad de casi 500 años nos maravilla y demuestra porque hace unos años ha sido clasificada como una de las nuevas siete ciudades maravillas del mundo.

Los dos días que pasamos ahí nos hizo conocer su clima templado de alta montaña con una amplitud térmica que iba desde los 6 grados por la mañana hasta los 25 grados por la tarde.

Pasamos un rato en la plaza Murillo observando los edificios de los poderes ejecutivo y legislativo cumpliendo la meta de visitar la capital más alta de Sudamérica.

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Comidas típicas, cordialidad y alegría en las calles fueron nuestra compañía hasta abordar el vuelo de “Avianca” que nos llevaría a la capital más septentrional del continente.

La Paz – Caracas – Delta del Orinoco

Partimos del aeropuerto “El Alto” de la ciudad de La Paz rumbo a una escala en Bogotá y de allí al aeropuerto “Simón Bolívar” de Caracas. Ahí me recibieron unos viejos amigos de la infancia de mi madre para llevarme a recorrer la historia y las playas caribeñas, festejar año nuevo junto al mar y descansar unos días en las arenas blancas de ese mar caribe, increíblemente cristalino de donde surgían las historias de corsarios y piratas bañadas en sangre y ron.

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Mi último deseo antes de volver era navegar por el Orinoco, así que hablamos con la misma empresa que nos llevó a la Islas Los Roques, una isla paradisíaca. Ellos nos ofrecieron un tour de aventura navegando por el Delta.

Muy temprano por la mañana fuimos en coche desde Ciudad Bolívar a Tucupita, capital del estado Delta Amacuro.

El Delta tiene una extensión de 40.000 km² y 375 Ríos que conducen el agua hacia el Atlántico. En el Delta hay muchos loros, tucanes, chechenas, pirañas y caimanes. La tribu de indígenas, que vive por aquí, se llama «Warao», que significa «hombre con curiara».

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Al llegar al pueblo de Boca de Uricoa  podemos entrar en el mundo del famoso río Orinoco. Aquí nos recibió un guía  donde tomamos una lancha para dirigirnos al campamento en donde nos estarían esperando para el almuerzo y un recorrido de tres horas. En la tarde tuvimos una excursión en lancha con un guía indígena de la tribu de los Warao que nos dió un tour por algunos de los numerosos canales para explorar la fauna y flora. Luego visitamos una comunidad Indígena de los Warao donde pudimos ver los productos artesanales de moriche y las diferentes semillas. Observamos el atardecer en el río Orinoco, disfrutándolo con una fresca bebida natural. Al regresar al campamento nuestra cena estaba servida y nuestra habitación también.

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Después del desayuno vamos de nuevo a la lancha para ir a un lugar donde fuimos a hacer una caminata en la selva. El guía nos explicó los efectos médicos y las funciones de algunas plantas. Tuvimos la oportunidad de probar cacao de agua, palmito y agua de árbol. En la tarde fuimos a tener la oportunidad de nadar en el río donde existe una playa de arena. Después fuimos a pescar pirañas para  la cena. Disfrutamos del atardecer en el río nuevamente donde estuvimos acompañados en el campamento por los gritos de los loros donde fuimos a cenar.

Nos levantamos temprano al amanecer para hacer una excursión que nos llevaría a los diferentes canales aislados donde tendríamos la oportunidad de observar monos disfrutando de su desayuno en el campamento y tuvimos tiempo para relajarnos con el ambiente agradable antes de volver en lancha a Boca de Uricoa.

Este Río que fue descubierto por Cristóbal Colon en su tercer viaje, constituye el segundo más caudaloso después del Amazonas con sus 30.000 metros cúbicos por segundo. Es navegable en casi toda su longitud y usado mayormente para el transporte de cargas que llegan tan lejos como el puerto de Ayacucho, los buques de Gran Calado pueden adentrarse hasta Ciudad Bolívar gracias al dragado.

De vuelta por la Sabana llegamos a Caracas para pasar mis últimos días antes de volverme a Buenos Aires.

De regreso en Buenos Aires

Alrededor de un mes después de haber partido vuelvo a encontrarme en un café de la Avenida Montes de Oca en Barracas, contándole a mis amigas como estuve parada en el suelo de otras cinco capitales, una de ellas la más alta y la otra la más norteña. Cómo sentí en la cara el frio viento del extremo sur del continente, respiré el delgado aire de las alturas, cómo toqué el agua del Océano Pacifico y del Mar Caribe y como pasé por todos los climas y atravesé llanuras, mesetas, ríos, sierras, montañas y además me mezclé con la diversidad de culturas y tradiciones de nuestro continente.

Coni Ascione