El ejemplo de Clementina

Tanto la investigación como el desarrollo de esta reseña nos deja un sabor agridulce envuelto por momentos en sensaciones que van desde el brillo primaveral hasta fríos inviernos. Pero, la historia es como es y a continuación trataremos de contarla.

Desde 1957 y hasta la noche de los bastones largos en 1966 la Universidad de buenos Aires tuvo el mayor desarrollo de la historia, en particular la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEN).

Algunos de los hechos que consideramos más importantes son el desarrollo y la inauguración de la Ciudad Universitaria y la fundación del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), con el fin de apoyar las investigaciones a nivel nacional. Además, se crea la Editorial de la Universidad de Buenos Aires (EUDEBA) para facilitar el acceso al conocimiento, editando libros a precios populares. Otro de los hechos más importantes es la instalación y puesta en marcha de la computadora Clementina, la primera computadora que se utilizó en Argentina, construida en Gran Bretaña por la empresa Ferranti.

CLEMENTINA

El sol brillaba sobre la ciencia argentina. Tan solo dos décadas atrás, habían comenzado a desarrollarse las computadoras pioneras, como la Z3, construida en Berlín en 1941, que fue la primer maquina programable de funcionamiento electromecánico. Años más tarde, en Londres, Alan Turing y Tommy Flowers ya tenían operativo el Colosus, usado para decodificar mensajes alemanes. En 1945 en Estados Unidos se desarrolló el ENIAC, que fue atribuido finalmente a J.V. Atanasoff y luego, en 1950, la UNIVAC1, de origen privado, que se usó para el censo de ese año.

Volviendo a la época de oro de la universidad, no es menos importante recordar que se creó el Instituto de Calculo (IC), impulsado por Manuel Sadosky, donde se albergó un importante grupo de investigación con gran prestigio internacional y se ofreció un servicio a la sociedad. Él y su equipo del IC habían logrado situar al país en un lugar avanzado dentro de las disciplinas de la computación en pocos años, con el objetivo de generar conocimiento para lograr el desarrollo del país. Aunque esto también significaria un alto nivel de exigencia, por lo que junto al decano del FCEN, Rolando García, declararon frente al gobierno nacional que “el principal obstáculo de sus fines es la vejez de la maquina computadora actualmente en servicio”. Este pedido de renovación de equipamiento tenía muy avanzadas gestiones para adquirir un moderno equipo Bull-G60 en reemplazo de Clementina con aportes del estado y facilidades financieras negociadas por García.

Lamentablemente este proyecto quedo frenado luego de la intervención por el gobierno de facto, que marcaría el comienzo del final de Clementina (que duraría hasta 1970) y una época fría y gris en la historia de la universidad.

EL 28 de junio de 1966 un golpe militar derrocó al presidente constitucional Arturo Ilia. Un mes después, el gobierno de facto del General Onganía decidió intervenir las universidades nacionales que se regían por los principios de autonomía y cogobierno desde finales de 1950. Las autoridades de la UBA emitieron entonces una declaración firmada por 240 docentes declarando su irrevocable decisión de no reconocer otras autoridades que las que legítimamente emanaran del cumplimiento del estatuto universitario. El decano de exactas, Rolando García, ingresó a las instalaciones de Perú 222 donde había unas 300 personas para realizar una reunión del consejo directivo y rechazar la intervención. Súbitamente, el personal policial ingresó a la facultad y García enfrento al oficial a cargo del operativo aclarándole que él era la autoridad y como toda respuesta recibió un golpe con un bastón, dando así comienzo a “La Noche de los Bastones Largos”.

Luego de este violento acto comenzó la mayor “fuga de cerebros” de que se tenga memoria, en donde 1378 docentes renunciaron o se fueron del país. De este modo, se inició el éxodo de científicos y la supresión de los centros de estudiantes, conduciendo a la decadencia académica de la universidad nacional. Fueron casi dos décadas de oscuridad y frio para los claustros universitarios que incluyeron violencia, exilio y muerte.

Esa herida no comenzaría a cicatrizar hasta el regreso de la democracia en 1983, de la mano de Raul Alfonsín.

Manuel Sadosky junto al Presidente Raul Alfonsin

Así comienza una sucesión de eventos, que lentamente van iluminando y recuperando el camino de la universidad, entre los que podemos nombrar: la creación del departamento de Ciencias de la Computación en la UBA, la carrera de licenciatura en esta ciencia, la compra de equipamiento moderno (como la VAX 11 750), la repatriación de científicos, entre ellos Sadosky, que es designado secretario de Ciencia y Tecnología, la fundación del ESLAI (Escuela Superior Latinoamericana de Informática) donde se otorgaban becas a los estudiantes y se mejoró su equipamiento con alrededor de 60 computadoras personales. También se creó el EBAI, un ente de colaboración académica entre Argentina y Brasil.

Esta primavera de crecimiento científico llegó a su fin, a causa de la hiperinflación y el cambio de gobierno. Apenas asumió, Carlos Menem, cortó el presupuesto de la ESLAI, lo que hizo que, a pesar del esfuerzo de los profesores y alumnos, terminara por cerrarse. Además su gestión, que duraría 10 años, incluyó aspectos negativos como el intento de arancelamiento de la universidad pública, la Ley Federal de Educación, y el destrato a los científicos, que comenzaron a emigrar nuevamente.

El destrato a los Cientificos

La profunda crisis del gobierno de De la Rúa, que culminó en su renuncia y la asunción de Duhalde, tampoco ayudó a la ciencia. Podemos recordar el recorte del 13% al salario de los docentes universitarios y estatales, lo que motivó el comienzo de paros y acciones de resistencia.

Así legamos al 2005, donde comienza a salir el sol nuevamente para la ciencia.

Durante la década que le siguió es promulgada la Ley del Software, se crean herramientas de fomento como el FOMENI, la carrera de informática en la UNQ, y el programa “raíces”, que se propuso y logró la repatriación de una gran cantidad de científicos. Fue creada la Fundación Sadosky, promoviendo el desarrollo de la investigación de las ciencias de la computación. También se desarrollaron planes tecnológicos como “Argentina Conectada”, el INVAP comenzó el desarrollo de los satélites ARSAT, en educación se desplego “Conectar Igualdad” y comenzó la era de la Televisión Digital (TDA) llevando en forma gratuita tanto canales de entretenimiento como contenidos culturales.

Para el 2016 ya vuelven a aparecer nubarrones en el cielo de la ciencia con la reducción de los presupuestos en las Universidades.

Hoy, con el cielo ya encapotado, esperamos el momento de que el sol vuelva a hacer brillar nuestra ciencia.